La Consejería de Sostenibilidad y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía ha llevado a cabo una nueva suelta de ejemplares de fartet (‘Aphanius iberus’), una de las especies de peces más amenazadas de la fauna ibérica, en el Paraje Natural Desembocadura del río Guadalhorce, en Málaga. En esta ocasión, se han reintroducido 350 ejemplares nacidos en el Centro de Cría y Conservación de Peces Amenazados (CECCPA) de Los Villares, en Córdoba, a partir de parentales del único núcleo natural andaluz, ubicado en la cuenca del río Adra, en Almería.
Juan Antonio Martín, jefe de Servicio de Geodiversidad y Biodiversidad de la Dirección General de Política Forestal y Biodiversidad, ha destacado que esta reintroducción tiene como objetivo consolidar el núcleo poblacional más importante de la especie en Andalucía, junto al de la Albufera de Adra. Se busca reforzar la variabilidad genética del grupo existente para favorecer su adaptación y resiliencia en un entorno con condiciones ambientales extremas.
El fartet es un pez endémico del sureste ibérico, conocido por su extraordinaria tolerancia a ambientes hipersalinos y temperaturas elevadas. Su capacidad de adaptación le ha permitido sobrevivir a amenazas como la alteración de hábitats y la presencia de especies exóticas invasoras, como la gambusia. La presencia de esta especie invasora ha desplazado al fartet a zonas marginales, donde solo puede competir eficazmente en condiciones de alta salinidad.
Los hábitats hipersalinos del Paraje del Guadalhorce ofrecen al fartet una ventaja sobre la gambusia, ya que este último no tolera concentraciones salinas por encima de 35-37 gramos por litro, mientras que el fartet puede resistir hasta 140 gramos por litro. Esta singularidad convierte al enclave malagueño en un espacio clave para el desarrollo de estrategias de conservación de la especie.
El Paraje Natural Desembocadura del río Guadalhorce, a pesar de su origen artificial, se ha convertido en un espacio de gran valor para la biodiversidad. Desde 2017, se han reintroducido más de 5.200 ejemplares en este espacio, configurando un macronúcleo poblacional en la laguna grande y en el río viejo.
Martín ha resaltado que las introducciones anuales han evitado cuellos de botella genéticos, permitiendo mantener poblaciones viables incluso en condiciones fluctuantes. Además, la implicación del personal técnico en el seguimiento y manejo de los ejemplares ha sido fundamental para el éxito del programa.
La reintroducción del fartet ha seguido criterios establecidos por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), priorizando cuerpos de agua donde la salinidad favorece al fartet y limita la expansión de la gambusia. A pesar de los avances, aún existen desafíos importantes para la consolidación del fartet en el Guadalhorce, como el control de las poblaciones de gambusia en ciertas lagunas y la mejora de la calidad del agua.
El fartet no solo tiene valor como especie amenazada, sino que también cumple una función ecológica relevante en el ecosistema del Guadalhorce al contribuir al control natural de larvas de insectos, como los mosquitos, beneficiando a las zonas urbanas cercanas durante los meses estivales.
En conclusión, el éxito del programa de reintroducción del fartet en el Guadalhorce depende de una visión a largo plazo que combine investigación, manejo adaptativo y compromiso institucional. Esta suelta forma parte de un esfuerzo continuo basado en el conocimiento científico y la colaboración entre administraciones, centros de cría y expertos en conservación.
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